domingo, 24 de noviembre de 2013

"El papel de los padres de niños/as con TDAH"

La importancia de los padres 


Los padres representan la fuente de seguridad, los modelos a seguir, el reflejo mismo de lo que los hijos sienten que son, la base fundamental sobre la que construyen su propia escala de valores y el concepto de disciplina y autoridad. De los padres depende en gran medida, la mejor o peor evolución de la sintomatología que presenta el niño hiperactivo.

Un niño hiperactivo necesita:

> Sentirse aceptado por su familia.
> Sentirse respetado por ella.
> Una familia con unas normas claras y bien definidas. Han de recibir pocas normas, por lo que hay que centrarse en las verdaderamente importantes.
> Que representen una exigencia adaptada a la medida de sus posibilidades.
> Con expectativas realistas.
> Que le haga consciente de que no padece una deficiencia mental.
> Una familia que le ofrezca muchas oportunidades para hacer las diversas tareas propuestas.
> Que le facilite la posibilidad de pedir ayuda.
> Haciéndole notar que es normal cometer errores.
> Protegiéndole del estrés innecesario y la frustración.
> Una familia que le ayude a incrementar su autoestima.
> Que promueva su participación en actividades extraescolares que le gusten y en las que pueda ser brillante.
> Necesita un ambiente ordenado y organizado. Un entorno simple, con pocos objetos y fácil de ordenar.
> Sereno, relajante y cálido.
> Necesita que le preparen con tiempo para los cambios que se hayan de producir en su entorno.
> Una familia que reconozca el esfuerzo realizado por el niño.
> Que le anime y contenga sin una sobreprotección excesiva.
> Que le ayude a situarse y organizarse.
> Que la familia le dedique un tiempo especial para hablar y para jugar, sin caer en el tópico de “dar buenos consejos de padres”, pero distantes, sin participar de sus intereses y sin compartir su tiempo.
> Que le permitan y faciliten expresar sus sentimientos, miedos e ideas, escuchando con interés y sin contradecirle.
> Una familia que lo motive y se ponga de su parte, que no sea crítica con cuestiones triviales como la forma de vestir, peinado, modo de hablar, gustos personales... evitando descalificaciones y discusiones innecesarias y frecuentes.
> Necesita que le permitan válvulas de escape
> Pero sin dejarse manipular por sus caprichos.
> Que le den opción a opinar y participar en la toma de decisiones.
> Manteniendo los límites educativos de forma racional, estable e inamovible.
> Que le ayude a encarar los problemas y a encontrarles una solución sin encubrir innecesariamente sus faltas.
> Que el entorno familiar reconozca y premie las cosas buenas, aunque puedan parecer insignificantes. Que se preste mucha mayor atención a las buenas conductas que a las malas.
> Que los premios y castigos sean inmediatos a la conducta, en caso contrario serán ineficaces.
> Un castigo nunca debe ser duro y siempre ha de tener un principio y un final.
> Ser castigado únicamente por una mala conducta, no por su carácter o por su forma de ser.
> No ser nunca humillado, ni puesto en evidencia ante otras personas.

Para cumplir bien el papel que les corresponde, los padres necesitan: 


> Un diagnóstico temprano de la situación.
> Información clara de qué es el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
> Información sobre el grado de afectación de su hijo.
> Tener presente que el problema tiene solución, pero que, de no tomar las medidas oportunas, irá creciendo en los próximos años.
> Disponer del asesoramiento adecuado sobre aspectos educativos generales.
> Recibir instrucción directa sobre el tratamiento general del niño y específica sobre las pautas de actuación para casa.

 En manos de los padres está: 


> Coordinar el intercambio de información entre el pediatra, el psiquiatra, el neurólogo, el psicopedagogo y el profesor de aula.
> Actuar con paciencia, tolerancia y comprensión.
> Ser indulgentes y flexibles ofreciéndole opciones.
> Proveer de un ambiente familiar estructurado.
> Dar siempre órdenes muy concretas, claras y fáciles de realizar, monitorizando directamente su respuesta.
> Ser consistentes y previsibles.
> Hablarle siempre directamente, mirándole a la cara y asegurándose de que recibe claramente el mensaje.
> No activar al niño con su comportamiento.
> Evitar situaciones que ya saben de entrada que van a ser conflictivas o tienen altas posibilidades de serlo (por ejemplo: obligarle a acudir a una boda).
> No intentar abordar todos los problemas: hay que priorizar, ignorando las malas conductas que no tengan una importancia decisiva (ejemplos: no comer determinado alimento, andar descalzo, levantarse durante la comida, sentarse mal en la silla...)
> Poner límites educativos correctos, adecuados a la capacidad del niño.
> No utilizar el sarcasmo, la reprimenda continua o la crítica reiterada.
> Hablarle al niño en un tono de voz normal, sin gritar.
> No perder el control.
> Favorecer la autonomía personal del niño.
> Crear buenos hábitos de estudio.
> Modelar conductas reflexivas.
> Reforzar su autoestima.
> Generalizar la utilización de autoinstrucciones.
> Favorecer el contacto controlado con otros niños.
> Ser simpáticos y divertidos con el niño. 

Proporcionar un ambiente familiar estructurado 


Lograr un ambiente familiar estructurado es una de las condiciones más difíciles de conseguir. La familia de un niño hiperactivo necesita una organización y una estructuración muy clara, sin embargo, algunos aspectos dificultan que sea así:
> En muchas ocasiones, por lo menos uno de los padres es un adulto hiperactivo al que a su vez le cuesta organizarse y no alterarse.
> Los padres suelen mostrar mucha ansiedad ante las dificultades con las que se encuentra su hijo.
> En ocasiones las expectativas no son las adecuadas para el niño. Se le exige mucho en unos aspectos y se le sobreprotege en otros.
> El niño hiperactivo es más difícil de llevar si no se tienen unos límites educativos claros y consistentes.
> Los padres ponen frecuentemente un límite a las malas costumbres (le llaman a bañarse y si no viene, le obligan a hacerlas), pero no en el momento adecuado (le llaman 10 veces antes de ir a por él), lo que provoca que apliquen los límites, cuando ya están hartos, en momentos de descontrol emocional. 
> Muchos padres no prevén situaciones de alto riesgo por lo que no pueden evitar el mal comportamiento de sus hijos.
> Las exigencias no están en consonancia con la capacidad del niño. 


No activar al niño con su comportamiento 


Al analizar las características del niño hiperactivo no es difícil darse cuenta de que estos niños tienen una facilidad extraordinaria para activarse y mucha dificultad para inhibirse y controlarse. Por este motivo son niños más vulnerables a la influencia del entorno. Si el entorno es estresante, si los gritos son frecuentes, si el ambiente es desorganizado, es muy probable que su inestabilidad se manifieste en forma de una hiperactividad incontrolada y una excitabilidad muy marcada. 

Los padres pueden ayudar a crear un ambiente menos estresante y más relajado para que el niño se conduzca más templadamente, pero a menudo se encuentran con la dificultad de que, en gran medida, ellos también son hiperactivos.
Estos consejos pueden ser útiles: 

> No grite, los gritos proceden en casi el 100% de los casos de intentos infructuosos de controlar la conducta del niño.
> Déle la consigna al niño una vez, dos, por si no ha oído y si aún así no responde, vaya a buscarle y, sin chillar, oblíguele a hacer lo que se le ha pedido.
> No le dé demasiadas órdenes al mismo tiempo, se liará y no hará ninguna.
> Cree hábitos en casa. Si el niño se acostumbra a la rutina de, ducharse, secar el agua que se ha caído fuera del baño y llevar la ropa sucia a lavar, se ahorrará perseguirle todos los días. Exíjale siempre las mismas rutinas y ayúdele registrando su buena conducta cada vez.
> No razone con exceso sus demandas. Si usted es de las personas que cree que tiene que razonar y explicar siempre el porqué de sus demandas a sus hijos.
> Recuerde que los castigos se deben cumplir siempre. No amenace en un momento de enfado y ofuscación, sino que mándelo a su cuarto y después hablarán del castigo así podremos pensar en el más adecuado.


Favorecer la autonomía personal del niño 


A muchos padres les preocupan los problemas de atención en clase de los niños hiperactivos, pero muy pocos se dan cuenta de que sobreprotegerles en casa no ayuda a estos procesos de
atención. En la actualidad la falta de autonomía de los niños es un problema común a todos los padres, especialmente a los que tienen hijos únicos. Esto se debe, por una parte a que carecen de orientaciones concretas sobre qué es lo que deben saber hacer sus hijos y a qué edad es normal hacerlo y, por otra, porque al tener que dedicarse sólo a un niño tienen tiempo suficiente para hacerles las cosas, lo que dificulta que se den cuenta de la necesidad de darle al niño las oportunidades necesarias para practicar.


Crear buenos hábitos de estudio


> Establecer una rutina de trabajo.
> Acondicionar el cuarto de estudio.
> Entrenar para que se acostumbre a trabajar solo.
> Premiar el ser capaz de adelantar materia de estudio.
> Preparar la mochila para el día siguiente.
> Premiar la conservación del material escolar.

Reforzar su autoestima 


Los padres pueden ayudar si:
> Les ayudan a recordar paso por paso lo que pasó.
> Les ayudan a interpretar las conductas de los demás y la suya propia.
> Les hacen reflexionar sobre qué otra actuación podría haber sido también adecuada.
> Finalmente les ayudan a definir el problema. 

Consejos a Recordar: 


> La terapia directa con el niño tiene una eficacia muy limitada.
> No confíen en un profesional que le exija un número largo e indefinido de sesiones terapéuticas con el niño, y que no le explique claramente cuáles son los objetivos y la forma de alcanzarlos.
> No confíen en un profesional que no expresa un diagnóstico claro y que les ofrece a sus preguntas respuestas ambiguas o difíciles de entender. Desconfíen de diagnósticos tales como: bloqueo emocional, falta de madurez y problemas de lateralidad.
> Desconfíen también cuando oigan que “no me gusta poner etiquetas”.
> Desconfíen de métodos que carecen de aval científico para tratar el TDAH: optometría, entrenamiento de la lateralidad, terapia sacrocraneal, dietas, grandes dosis de vitaminas, musicoterapia, terapias con animales, psicomotricidad, terapia psicoanalítica.
> Asegúrense de que los profesionales que lo atienden tienen formación y experiencia en TDAH.
> Repita, repita, repita. No se canse de repetir; y, además, sin enfadarse.



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